“PAREDES QUE FLORECEN EN MANCHAS Y CALMA”

Los murales llegaron igual que muchas otras cosas en mi camino: sin haberlos planeado, pero en el momento justo. Llevar la acuarela al muro fue un reto y una revelación. Logré mantener la transparencia, el gesto fluido, el espíritu delicado de la técnica, a una escala más grande, más pública.
Cada mural que pinto nace de una conexión con el espacio y con las plantas que lo habitan o lo evocan. Me interesa que cada intervención dialogue con el entorno, que invite a la calma, a la contemplación. Que transforme los muros en jardines efímeros.